Exposiciones y representaciones de sus obras rinden homenaje al dramaturgo
ANNA GRAU / CORRESPONSAL EN NUEVA YORK
Tennessee Williams, nacido Thomas Lanier Williams pero rebautizado y hasta rejuvenecido por exigencias del propio guión, habría cumplido cien años este sábado 26 de marzo, de no haber muerto el 25 de febrero de 1983 en el hotel Elysée de Nueva York al atragantarse con el tapón de una botella de champán, seguramente con los reflejos y el juicio algo nublados por los narcóticos. No es que semejante muerte fuera muy glamurosa pero sí resulta intrigante en alguien que desde niño tuvo un miedo patológico a morir estrangulado o ahogado. Lo cual demuestra que las neurosis tan características de su familia y de su obra no dejaban de tener algún fundamento real.