Han sobrevivido, siglo tras siglo, a las catástrofes, enfrentamientos y guerras de una región donde el género humano no ha escatimado en atrocidades. Han guardado la memoria de los muertos, comprendiendo el dolor de los vivos e intentando repartir consuelo. Pero ahora están seriamente amenazados. Superar todo el siglo XX sin heridas no es fácil, y menos en los Balcanes. Así que los stecci, monumentos funerarios medievales, apenas se inmutaron con las luchas de las últimas dinastías croatas, con la llegada de los húngaros, con las guerras contra los otomanos, con la Paz de Versalles, con la invasión de los países del Eje, con los movimientos partisanos, con Tito, con la disolución de Yugoslavia y todo lo que vino después… Pero la lluvia ácida está siendo demasiado para estos bloques de piedra de hasta tres toneladas que se dispersan por el sur de Croacia, el oeste de Serbia, una parte de Montenegro y por toda Bosnia-Herzegovina…
La forma e imaginería de estos monolitos sepulcrales es muy variada. Entre las decenas de miles de ‘stecci’ repartidos por los valles y montañas de los Balcanes, no hay dos iguales.- EFE