A Roberto Bolaño no le cambió el éxito. No le llegó a tiempo. Cuando murió, a los 50 años, víctima de una cirrosis hepática, el 15 de julio de 2003, tenía una decena de obras de culto, que le permitían, todo lo más, vivir con holgura de la literatura. Ahora, seis años después de su muerte, su nombre de escritor está en boca de todos. Se reeditan sus libros, se le dedican ensayos y artículos, se adaptan sus novelas para el teatro, se estudian como guiones de posibles filmes. Es el éxito con mayúsculas. Un vendaval que lo ha trastocado todo, aunque a su principal responsable no puede ya afectarle. Lo que saboreó antes de morir, apreciado por la crítica, consagrado, incluso, como el mejor escritor latinoamericano de su generación, fue una celebridad a escala humana, por decirlo así…
Roberto Bolaño, en Barcelona en 2002, un año antes de su muerte – EFE