Fervor religioso cubano en una exposición fotográfica colectiva.

25 marzo, 2009

San Lázaro y Babalú Ayé son los dos nombres del mismo ritual que los cubanos celebran puntualmente cada 17 de diciembre en Rincón, un barrio de la ciudad de Santiago de las Vegas. La tradición manda representar a Lázaro o Babalú, patrón de los más desgraciados, como un anciano que se sostiene con muletas, que va vestido con un saco de arpillera y acompañado por un perro escuálido que le lame las heridas. La doble identidad de la figura se proyecta en un culto dual, «donde los elementos africanos y cristianos se fusionaron para crear algo nuevo, distinto, ni puramente africano ni estrictamente católico», explica Jordi Feixa, comisario de la exposición fotográfica colectiva «17 Milagroso/Babalú Ayé» que desde ayer ocupa las salas Frida Khalo y Diego Rivera de la Casa de América…

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Pep Bonet, fotógrafo. «Me interesó San Lázaro porque es una historia de fe, muy fuerte y, además, porque la gente se presta para la fotografía», explica Bonet, promotor del proyecto ’17 Milagroso/Babalú Ayé