Se comunican cambiando de color, cazan sacando la lengua a la velocidad del rayo y viven en algunos de los hábitats más amenazados del planeta.
Por Patricia Edmonds
septiembre de 2015
Cuanto mejor se camufle en su entorno, más a salvo estará de sus depredadores este joven ejemplar de camaleón pantera. La especie es nativa de Madagascar y del continente africano.
Por su larga lista de insólitos rasgos anatómicos, el camaleón apenas tiene rival. Una lengua mucho más larga que su propio cuerpo y que se extiende en una décima de segundo para capturar insectos. Ojos de visión telescópica que giran independientemente. Pies con dedos fusionados formando pinzas que parecen manoplas. Cuernos en la frente y en el hocico. Nudosos adornos nasales. Un pliegue de piel en torno al cuello que recuerda a la gorguera de Margarita de Austria.
De todas sus singularidades corporales, el camaleón destaca por una en la que ya se fijó Aristóteles: su piel cambia de color. Es un mito que los camaleones adoptan el color del fondo sobre el que se encuentran. Aunque eso puede ayudarles a camuflarse en el entorno, el tono cambiante de la piel es en realidad una reacción fisiológica cuya finalidad es primordialmente comunicativa. El reptil utiliza un idioma cromático para expresarse sobre las cosas que le afectan: cortejo, competencia, estrés ambiental.
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